lunes, 31 de julio de 2017

ANIVERSARIO DEL PARTIDO DEMOCRATA CRISTIANO 2017

He querido aprovechar esta ocasión de nuestro aniversario, dirigirles algunas palabras, cuando aún el verbo no fluye con generosidad, entre nuestros militantes, ni es apreciado por muchos.

Cuando el brillante y luminoso sol ilumina los recuerdos en esta hermosa y abrigada mañana, el mismo sol que alumbró a Chile un cuatro de Septiembre, cuando flamearon las azules banderas en las alamedas de nuestro país.

Estimados camaradas, distinguida Sonja Langenbach, Presidenta del Partido Demócrata Cristiano, camaradas y amigos, señoras y señores.

Hace más de setenta años, cuando el país salía de una Dictadura y el sistema político – económico vigente, era incapaz de responder a las demandas de los sectores más pobres de la población, un grupo de jóvenes católicos, asumió el compromiso de entregar sus vidas a la lucha por transformar las estructuras injustas de la sociedad de esa época.

“La Doctrina Social de la Iglesia”, sería su fuente de inspiración y el evangelio de Cristo, la luz que iluminaría su largo y duro camino por la historia política de Chile; el amor al prójimo, y una profunda vocación de servicio, los impulsó a emprender la hermosa aventura de compartir el dolor de los pobres y asumir su redención, como tarea permanente; la  diferencia entre falangistas y conservadores, era que estos últimos solamente buscaban humanizar el capitalismo, que era funcional a sus intereses, mientras que los primeros pretendían transformar las estructuras del Estado y construir una sociedad comunitaria, donde la persona humana hecha a imagen y semejanza de Dios, fuera el centro de la actividad del Estado y de la sociedad.

Nuestro partido nació a la vida pública y se hizo carne en el pueblo porque asumió una decisión, la gran tarea  de liderar la transformación de la sociedad de los años 30,  socialmente in justa  y políticamente inestable.

“La Democracia Cristiana”, penetró con fuerza en la juventud y en los trabajadores asalariados, porque desafió el orden establecido, enfrentó a los poderosos y con la fuerza y el apoyo de cientos de miles de chilenos, se convirtió en el partido más importante del país por más de tres décadas.

Fueron esas ideas y la consecuencia de sus jóvenes líderes, lo que conquistó la voluntad ciudadana y permitió a la “Democracia Cristiana” asumir en 1964 el Gobierno de la República e iniciar un profundo proceso de cambios, con nuestro Presidente: “Eduardo Frei Montalva”, se hizo la Reforma Agraria y se dictó la ley de sindicalización campesina, que dignificó al hombre del campo y de su familia, se dictó la ley de juntas de vecinos y se puso en marcha la oficina de Promoción Popular, que abrieron importantes espacios de participación a los pobladores, la Chilenización del Cobre”, que permitió al país contar con cuantiosos recursos que impulsaron importantes programas sociales y de desarrollo, esto originó que se diera inició al proceso de regionalización, con la creación de las “oficinas de Planificación Regional y aquí, en Calama, la Construcción de las Villas”.

Lamentablemente, por diversas causas, entre ellas nuestro propio sectarismo, fuimos incapaces de crear una amplia red social y política, como lo planteaba el camarada Tomic que nos habría permitido continuar la gigantesca obra del Gobierno de “Eduardo Frei”.

Lo anterior nos llevó a la derrota de 1970 con Radomiro Tomic, lo que permitió el establecimiento de un gobierno de minorías que generó el derrumbe del sistema democrático, creciendo una clase del “hombre nuevo” y tremendamente sectario.

Nuestro Partido logró sus mayores éxitos y mantuvo un crecimiento sostenido, cuando sus bases estaban formados por militantes con místico y debidamente adoctrinados, disciplinados y altamente motivados, por la misión superior encomendada de transformar las estructuras de una sociedad injusta, por una sociedad solidaria y libre.

No era la expectativa de las ventajas del poder lo que movía a nuestros militantes.

“Ellos”, no luchaban en las universidades, en los sindicatos, ni en las juntas de vecinos, porque les esperaba un importante cargo político, o porque a través del compromiso se aseguraban un puesto de trabajo en la administración pública.

Se luchaba por convicción y se asumía el compromiso por una clara “vocación de servicios”, se participaba en la vida partidaria, en los debates políticos y al mismo tiempo estaba presente en el campo social.

Aunque nos duela decirlo, debemos reconocer que después de la conquista del poder en 1964 y nuevamente después del triunfo electoral de 1989, han llegado  al partido, militantes, sin conocer sus principios ni los valores que los inspiran.

Han llegado porque creen que al amparo de la sombra protectora del Partido, podrán escalar posiciones en la sociedad.

Por estas mismas razones, algunos ex militantes que desaparecieron durante los duros años de la dictadura, hoy se hacen presentes y reclaman antigüedad y sus derechos, para representar a la “Democracia Cristiana” ante la comunidad.

No se trata de pasar cuentas, sino sólo de decir las cosas por su nombre, afortunadamente, la mayoría de los que ingresan, o regresan, lo hacen  motivados por la inspiración humanista y cristiana que nuestro partido sustenta.

Es necesario enfrentar el círculo vicioso que nos asfixia; por un lado están las bases que carecen de incentivos, se alejan de la actividad política, que aparece desprestigiada y a la que definen como tarea exclusiva de los grandes líderes; los trabajadores, las mujeres y especialmente la juventud, se sienten solamente  utilizados para los eventos electorales, o cuando hay que asumir la defensa de los partidos o del gobierno.

Por otro lado, los dirigentes se sienten faltos de respaldo, incomprendidos excesivamente ocupados y presionados por obtener resultados, incluso a veces duramente cuestionados, porque no han satisfecho la aspiración personal o la necesidad de trabajo de algún militante.

Al mirar nuestra historia partidaria, tengo el pleno convencimiento de que la Democracia Cristiana, puede hoy encabezar el proceso modernizador que colocará definitivamente al país en una dinámica de desarrollo.

Miro con fe a nuestro partido y a nuestra candidata para Presidenta Carolina Goic, que ha sabido sintetizar en su historia, lo que el país quiere ser y aquello que le gustaría imaginar que sería.

En los sesenta, el P.D.C. no representó el empuje de las clases medias, una valoración del esfuerzo, el respeto por la preparación educacional y profesional, una mística encarnada en dirigentes juveniles y modernos, un estilo sobrio, una ética de honestidad y sencillez, enmarcada en una opción moral, católica, comprometida con los sectores populares.

En definitiva, en aquel momento representaba la promesa de un mañana más próspero y de mayor justicia, sin las connotaciones violentas asociadas a otras promesas de cambio de la época.

Para vastos sectores populares, la Democracia Cristiana y el gobierno del Camarada Eduardo Frei Montalva, representaron una promoción en la legalidad, en el orden y en el respeto a la persona humana.

La historia, que estaremos escribiendo ahora, es una historia que busca  servir a Chile con cooperación, creatividad y cambio.

Demos gracias a nuestro partido, por su conciencia de esta realidad histórica, que se escribe con la pluma del sacrificio y la mística cristiana

Gracias, Gracias

 RODOLFO MARANGUNIC MIRANDA

 



Asistieron al Vino de Honor, los siguientes militantes: Cesar Urra, Omar Hurtado,  Jorge Mendizábal, Patricio Campusano, Juan Carlos Chavez, Alejandra Olmos, Edith López y Marton Bravo,  entre otros

No hay comentarios:

Publicar un comentario